Quién dice Unidad, Misión y Movilización sirve en la Misión de Dios

“Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo” Jn 17:18

En el ensayo leído en la conferencia misionera de Brandeburgo en 1932, Karl Barth se convirtió en uno de los primeros teólogos en articular la misión en términos de una actividad de Dios mismo. Su pensamiento e influencia llego a su máximo alcance en la conferencia de Willingen del IMC (Consejo Misionero Internacional, 1952), donde la idea de la Missio Dei (Misión de Dios) salió a relucir con claridad por primera vez. Entendió la misión como algo derivado de la misma naturaleza de Dios.

La iglesia no es el punto de partida en la Misión. Nuestra misión carece de vida propia porque la misión no es primordialmente una actividad de la iglesia sino un atributo de Dios. La Iglesia en Misión o la Misión de la Iglesia debe estar comprendida y subordinada a la Misión de Dios. Cuando hablamos acerca de Dios y su Misión, es indispensable entender que la Misión no es nuestra y no le pertenece a ningún proyecto privado. La misión cristiana mundial es de Cristo, no de nosotros[1].

La misión fue colocada en el contexto de la trinidad. Esta, se amplia para incluir un movimiento más: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo enviando la Iglesia al mundo. Solo en manos del Dios que envía se puede denominar verdaderamente misión.

 

Después de la conferencia de Willingen se pasó a un concepto más amplio de la Missio Dei. La misión es el movimiento de Dios hacia el mundo, respecto a la creación, el cuidado, la redención y consumación. El Reino de Dios está avanzando por medio de la obra del Espíritu donde la iglesia en su actividad misionera encuentra una humanidad y un mundo en los cuales la salvación de Dios ya ha estado operando a través del Espíritu.

 

Algunos afirmaban que la Iglesia sobra para la Missio Dei dado que Dios se articula por sí mismo, sin necesidad de nuestra ayuda por medio de esfuerzos misioneros. El concepto de la Missio Dei corría el riesgo de ser usado por personas que suscribían posiciones teológicas mutuamente excluyentes.

 

Sobre lo expuesto podemos decir los siguiente:

La iglesia es misión. La misión le da sentido a la iglesia. Cada comunidad cristiana se encuentra en una situación misionera y su tarea misionera es el corazón mismo de su vida. Cada iglesia local se debe reconocer como colaboradora en la misión de Dios.

 

En la misión de Dios no hay lugar para la pasividad. La iglesia como agente e instrumento ha sido enviada al mundo para servir, amar y compartir el mensaje del evangelio que transforma toda la existencia humana. La misión de Dios incluye las misiones de la Iglesia porque Dios es fuente de un amor que envía. Participar en la misión es participar en el movimiento del amor de Dios hacia las personas.

 

La iglesia participa en la Misión de Dios como enviada al mundo. El énfasis en la cruz, encarnación, crucifixión y resurrección, debe impedir cualquier posibilidad de comodidad misionera.

 

El concepto de la Missio Dei nos ayuda a darnos cuenta que ni la Iglesia, como tampoco ningún ente humano puede considerarse el autor o dueño de la misión. La misión pertenece a Dios y nace en el corazón de Dios. Nuestro desafío es encontrar balance y equilibrio. Todo depende de Dios, pero, a su vez Dios llama y envía a su Iglesia a participar. Dios es una fuente de un amor que envía. Este es el sentido más profundo de la misión. Existe la misión porque Dios ama a las personas y nos invita a participar. El amor nos obliga a crecer en semejanza a Jesucristo

 

Dios es un Dios misionero. La preocupación de Dios es el mundo entero, y esto afecta a todas las personas en todos los aspectos de su existencia. Existe la iglesia porque existe la misión, y no al revés. La iglesia es misionera por su misma naturaleza porque tiene su origen en la misión del Hijo y del Espíritu Santo. La iglesia se encuentra al servicio del movimiento de Dios hacia el mundo. En su misión, testifica la plenitud de la promesa del Reino de Dios y participa en la continua lucha de este Reino contra los poderes de la oscuridad y el mal. [2]

 

Preguntas para la reflexión y trabajo en grupos pequeños:

¿Cómo podemos definir la movilización en función de la unidad tomando el concepto de la Misión de Dios y qué implicancias tiene para la vida de la Iglesia?

¿Qué significa compartir todo el evangelio?

¿Cuáles son las barreras que debe cruzar la iglesia para ser señal de la venida del Reino en Jesucristo?

[1]Bosch, David Jacobus: Misión En Transformación: Cambios De Paradigma En La Teología De La Misión. Grand Rapids, Mich.: Libros Desafío, 2000, p. 454

[2]Bosch, David Jacobus: Misión En Transformación: Cambios De Paradigma En La Teología De La Misión. Grand Rapids, Mich.: Libros Desafío, 2000, pp. 475-479

 

Carlos Scott será uno de los conferencistas en Caminemos Juntos: Pasión Por Las Américas es miembro de la Iglesia Anglicana de Argentina. Es uno de los facilitadores de la iniciativa Misión Local y Global (GloCal) y forma parte de la Comisión de Misiones de la Alianza Evangélica Mundial (WEA). Sirvió como Pastor, fue Director de COMIBAM Cono Sur (2000-2006), Presidente de la Red Misiones Mundiales Argentina (2004-2005) y Presidente de COMIBAM Internacional (2006-2009).

Misión Local y Global (GloCal)                                     http://carlosaliciascott.blogspot.com.ar/                                                                       

Autónoma de Buenos Aires – Argentina                                                                    

E-mail: MisionGloCal@ciudad.com.ar, licscott@yahoo.com.ar                                       

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